Hasta hace bien poquito la consulta del psicólogo se relacionaba con problemas mentales severos, gente desequilibrada (como si la gente equilibrada fuera lo más común). Poco a poco vamos comprendiendo que ir a terapia es una forma de mejorar nuestro bienestar y que hay diferentes razones para pedir ayuda psicológica: me cuesta dormir y no descanso, me da pánico viajar en avión, desde que me dejó mi novia hace tres meses no tengo ganas de nada, no sé qué me pasa pero me siento triste y no paro de llorar…
Sin embargo una idea todavía habitual es que hay gente normal, como yo, con problemas normales, que no necesita ir al psicólogo y luego la gente con problemas psicológicos que necesita pedir ayuda.

Jack Nicholson en Alguien voló sobre el nido del cuco
También hay quien cree que el psicólogo o la psicóloga le va a decir lo que ya sabe y le va a dar los consejos que le ha dado todo el mundo: a la persona deprimida que se anime, a la agresiva que respire y se tome las cosas con calma, a la alcohólica que no beba… no, no es así.
Voy a tratar de resumir de qué va esto de la psicología de manera que sepas cuándo puedes contar con este recurso igual que sabes cuándo ir al fisioterapeuta o al dentista y qué se hace en terapia.
Cuándo
Podemos decir que nos sentimos bien, que estamos sanos mental y emocionalmente:
- Cuando tenemos cierta paz mental
- Cuando nuestras emociones, sean las que sean, las sabemos escuchar y manejar (en lugar de manejarnos ellas a nosotros).
- Cuando nuestro cuerpo es capaz de relajarse y nos proporciona placer y bienestar.
- Cuando lo que hacemos está en coherencia con lo que pensamos y lo que sentimos y así nos sentimos con las riendas de nuestras vidas.
- Cuando tenemos buena relación con los que nos rodean, con el mundo en el que vivimos y antes de todo con nosotros mismos.
- Cuando tenemos la atención, la mayor parte del tiempo, en lo que está pasando aquí y ahora, en el presente.
Partiendo de aquí, si nos alejamos mucho de este bienestar o no sabemos cómo volver a él, seguramente nos venga bien un apoyo terapéutico.
Por ejemplo:
• Lejos de tener cierta paz mental estaría la obsesión, pensar constantemente y darle vueltas a lo mismo (a una persona, un trabajo, a las preocupaciones, el estado de salud, a algo que pasó, a lo que creemos que pasará), la necesidad compulsiva de hacer, hacer, hacer, la exigencia excesiva (a uno mismo, a los demás, al mundo que nos rodea). El rechazo propio, la no aceptación de nuestra vivencia, la lucha por no ser quienes somos, no vivir lo que vivimos, no sentir lo que sentimos… todo esto nos aleja de la paz mental.
• Cuando le damos más importancia a la reacción de los demás y a lo que deseamos o tememos que a lo que realmente nos está pasando por dentro (hacernos los duros con esa persona que nos gusta en lugar de sentir la mezcla de nervios e ilusión que nos deja inseguros, disimular nuestro cabreo con alguien por no generar conflicto, salir y beber sin tregua por no parar un rato a sentir nuestro dolor, etc.) estamos siendo esclavos de nuestra evitación del sentir y eso produce malestar. Además muchas veces es difícil detectar su origen.
• El cuerpo nos avisa de muchas maneras cuando algo no va bien. Sentimos ansiedad, tensiones musculares o nos cuesta dormir durante un tiempo prolongado. Nos cuesta alimentarnos adecuadamente, por exceso o por defecto. Tenemos dificultades para experimentar placer. Hay un sin fin de síntomas relacionados con problemas psicológicos: tics nerviosos, úlceras estomacales, subidas o bajadas extremas de peso, caída extraña del cabello (como la alopecia areata)… si estás atento/a, puedes ver más allá de tu síntoma físico y darte cuenta de que necesitas apoyo psicoemocional.
• Las emociones nos manejan a nosotros cuando nos invaden y tomamos malas decisiones (con la euforia por ejemplo), decimos o hacemos cosas de las que nos arrepentimos (con la rabia o el miedo), dejamos de hacer o decir lo que queremos (por miedo o vergüenza), perdemos la ilusión y las ganas de movernos (tristeza). En estos casos estamos siendo esclavos de nuestro sentir.
• Lejos de una relación sana con los demás está la desconfianza, el miedo a relacionarme con otros, el aislamiento, la dependencia, las discusiones destructivas, el cargar con las vidas de todos y descuidar la propia, etc.
• Lejos de una relación sana con nosotros mismos está la desvalorización, el maltrato a nuestro cuerpo, la incapacidad para cuidarnos, incapacidad para cubrir nuestras necesidades, incapacidad para saber lo que queremos e ir a por ello, incapacidad para procurarnos momentos de disfrute y placer… hay miles de maneras de relacionarnos mal con nosotros mismos.
• Y por último como bien saben todas las filosofías, terapias y religiones, nos alejamos de la felicidad cuanto más nos alejamos del momento presente. Como dice la sabiduría popular, el exceso de pasado genera depresión, el exceso de futuro genera ansiedad.
Qué se hace en terapia
Facilita la expresión de nuestras emociones y su comprensión.
Nos da recursos para tomar un poco de distancia de las mismas y que no nos invadan (las emociones).
Nos ayuda a reconocer qué creencias, qué actitudes y qué conductas están alimentando el problema y cuáles nos ayudan a solucionarlo.
La terapia desahoga, de alguna manera nos quitamos una carga y la compartimos con alguien que hace equipo con nosotros por y para nuestro bienestar.
Nos da una perspectiva externa y neutral que nos ayuda a salir de la nuestra, nos enriquece.
Nos ayuda a ver el muro en el que estamos atascados o el bucle en el que estamos metidos para encontrar luego posibles salidas.
Nos ayuda a encontrar nuestro propio equilibrio, lo que a nosotros nos hace bien.
Y sobre todo nos ayuda a tratarnos de una forma más cariñosa, sin tanto juicio, aceptarnos tal y como sentimos, tal y como pensamos, tal y como nos comportamos. Aprender que ser nosotros mismos no está tan mal, que podemos ir dejando las corazas, máscaras y limitaciones que hemos creado, reírnos un poco más de nosotros mismos y nuestras neuras y decidir aceptar la vida tal y como viene. En cada momento. Aquí, ahora.
Paola Martínez de Kobbe
Licenciada en Psicología
Clínica Córpore (www.corporeibiza.com)